Al principio oyó el sonido. Un sonido que nunca había oído antes y del que su padre siempre le había advertido. Supo al instante que sólo podía ser el sonido del peligro. El miedo y la curiosidad se enfrentaron en su interior mientras se debatía sobre qué hacer. ¿Debía huir o enfrentarse al peligro?
Joseph aminoró el paso, escudriñando la zona en busca de cualquier señal de movimiento. Fue entonces cuando la vio. Una tigresa, de pie en el centro del claro, mirándole fijamente con una mirada penetrante. Joseph se quedó helado, con la mente acelerada. Había oído historias de tigres por aquí, pero nunca había visto uno. No tenía ni idea de qué hacer.