Sus ojos escudriñaron el espacio y enseguida se fijaron en las grandes cajas de cartón apiladas contra la pared, todas ellas etiquetadas con direcciones de otros estados. A medida que se acercaba, algo llamó su atención: una hoja de papel sobre el escritorio.
Con manos temblorosas, lo cogió y leyó el encabezamiento en negrita: un acuerdo. Se le revolvió el estómago al ver el nombre del Dr. Harris garabateado en la parte inferior, junto con los detalles de cómo vendería los suministros médicos robados a cambio de dinero.