En las semanas siguientes, el misterio consumió a Jennifer. Empezó a planear su próximo movimiento, decidida a averiguar qué estaba pasando exactamente. Bajo la apariencia de citas de seguimiento, volvió al hospital con regularidad.
Cada visita era una oportunidad para observar, recopilar información y reconstruir los fragmentos del rompecabezas que había descubierto. El personal, familiarizado con su forma de hablar, nunca pareció cuestionar su creciente presencia.