Los veía cuchichear entre ellos cuando creían que ella no miraba, y cada vez que sus ojos la miraban, tenía la sensación de que sabían algo que ella ignoraba. Su miedo aumentaba a cada momento. ¿Y si ya la habían denunciado a la policía?
La idea la consumía. Se imaginó a sí misma siendo confrontada por los agentes, su teléfono confiscado como prueba, la grabación reproducida delante de ella. La sola idea le aceleró el pulso y pronto apenas pudo mirar al personal a los ojos.