Steve, al oír la súplica de Katie, vio la determinación en sus ojos y aceptó ayudar sin dudarlo un instante. «Veamos qué podemos hacer», dijo, con una voz mezcla de determinación y curiosidad. Juntos se dirigieron a la habitación donde esperaban el lobo y su compañero.
Cuando los dos se acercaron a la habitación, el inquietante sonido de un aullido llenó el aire, una clara señal de angustia. El emotivo aullido subrayaba la profunda preocupación del lobo por la pequeña y misteriosa criatura que había traído al hospital. Era un sonido que resonaba con una urgencia cruda y protectora, revelando un profundo vínculo entre los dos seres.