«Mira, quiere que le sigamos», dijo Katie en voz baja, con una voz llena de asombro. Los policías, al presenciar el inesperado movimiento del lobo, vacilaron, llevándose instintivamente las manos al cinturón, preparados para cualquier amenaza. «Señora, no es seguro», advirtió uno de los agentes, con la voz tintada de preocupación, reflejo de la incertidumbre de la situación.
Katie, sin embargo, quedó cautivada por el comportamiento del lobo, olvidando momentáneamente su miedo. Comprendió que se trataba de una coyuntura crítica, una oportunidad para descubrir la verdad que se ocultaba tras los misteriosos sucesos de la noche. «Tengo que ver adónde nos lleva», insistió, con una mezcla de determinación y asombro en la voz. Los agentes intercambiaron miradas cautelosas, claramente divididos entre su deber de protección y la naturaleza inusual de la petición.