¿Qué le pasó a la chica que se quedó dormida en la playa?

A la mañana siguiente, Emily se despertó con un dolor ardiente recorriéndole la cara. Tropezó con el espejo y se quedó boquiabierta: tenía la piel de un rojo furioso, muy hinchada y salpicada de ampollas supurantes. Apenas podía abrir los ojos llenos de costras. En ese momento llamaron a la puerta del hospital. El médico entró con una historia clínica en la mano y una expresión sombría.

«Me temo que hemos descubierto la causa de tus síntomas, Emily», se detuvo un momento antes de seguir hablando. Los minutos siguientes le parecieron borrosos a Emily. Podía ver los labios del médico moviéndose, pero las palabras no le llegaban. Las oía y las entendía, pero su mente estaba distraída. Pensó en aquellas horas en la playa. Aquellas horas que para ella estaban completamente borrosas pero que ahora tenían todo el sentido del mundo.