En comisaría, los agentes abrieron mucho los ojos al ver el rostro deformado de Emily. Intercambiaron miradas graves con sus padres. «Tenemos que llevarla a un hospital inmediatamente», dijo uno con urgencia. «¡¿Qué está pasando?!», el pánico afloró a la voz de Emily, pero nadie respondió. En el tenso silencio, se intercambiaron miradas preocupadas, llenando el aire de un temor tácito.
En pocos minutos, Emily fue conducida a la sala de urgencias. Los médicos y las enfermeras la miraron consternados antes de llevársela a toda prisa para que le hicieran pruebas. «Espera, ¿qué estás buscando?», preguntó Emily confundida. Pero nadie la miraba a los ojos ni le explicaba qué estaba pasando.