¿Qué le pasó a la chica que se quedó dormida en la playa?

La playa siempre había sido su refugio, su lugar al que acudir cuando la vida se ponía difícil. Así había sido desde su infancia. El sonido de las olas rompiendo contra la orilla nunca dejaba de reconfortarla; era como si, con cada ola, se llevara sus preocupaciones.

Sin embargo, Emily no tenía ni idea de que las cosas estaban a punto de empeorar. La tranquilidad de la playa, con sus relajantes sonidos oceánicos, no era más que la calma que precedía a una tormenta que ella nunca habría podido predecir. Si hubiera elegido otro día para ir a la playa…

Los ojos de Emily se abrieron bruscamente, y un repentino y áspero resplandor de luna inundó su visión. Entrecerró los ojos y se adaptó a la tenue luz del atardecer. La suave caricia de la brisa marina no ayudó a calmar la extraña sensación que le recorría el cuerpo. Era una sensación desconocida, inquietante. «¿Qué ha pasado?» La voz de Emily, un frágil susurro, «¡¿qué está pasando?!»