Michael se acercó a Oliver y le dio una palmada en el hombro, su humor anterior ahora sustituido por una mirada de comprensión. «Está bien, Oliver. Lo comprendo. Estabas siendo un buen amigo de Anna. Quizá la próxima vez seas mejor detective»
La risa llenó la habitación, y la tensión que había flotado en el aire como una nube de tormenta momentos antes comenzó a disiparse. «Vamos», dijo Anna, cogiendo a Oliver y Michael del brazo. «Volvamos a la fiesta. Tenemos una boda que celebrar»