La puerta se abrió bruscamente, y allí estaba Michael, con los ojos bailando con una mezcla de sorpresa y diversión. «¿Interrumpo algo? ¿Intentas robarme a mi novia, Oliver?», se rió entre dientes, obviamente confundiendo la pesada atmósfera con algo totalmente distinto.
Oliver miró a Anna, cuyos ojos estaban llenos de una confusa mezcla de alivio y desesperación. Era como si quisiera escapar y enfrentarse a la terrible realidad que Oliver estaba a punto de mostrarle.