Las palabras flotaron en el aire como una nube oscura, ensombreciendo el ambiente alegre que los rodeaba. Anna miró fijamente a Oliver, escrutando su rostro como si buscara alguna señal de que todo aquello era una broma, un mal sueño del que pronto despertaría. Pero la seriedad en los ojos de Oliver le dijo que aquello era cualquier cosa menos eso.
«Tengo que enseñarte algo», añadió Oliver, pensando en las pruebas almacenadas en su portátil. «No es algo que quisiera encontrar, pero ahora que lo he hecho, no puedo ignorarlo. Mereces saberlo»