Aquella mañana, Oliver se despertó entusiasmado. Le encantaba fotografiar bodas, y ésta era en un lugar de ensueño, como de cuento de hadas. La pareja le había llamado en el último momento porque su fotógrafo original se había puesto enfermo. Estaban en apuros y Oliver estaba encantado de intervenir.
Normalmente, Oliver exploraba el lugar de la boda con días de antelación para encontrar los mejores lugares para hacer fotos y prepararlo todo. Pero esta vez fue diferente. Como era de última hora, no podía hacer su trabajo de preparación habitual. Así que se prometió a sí mismo que llegaría unas horas antes para compensar. Sin embargo, la vida tenía otros planes para él..