Sólo unas horas antes, la principal preocupación de Oliver había sido la posibilidad de llegar tarde a su concierto. En el gran esquema de las cosas, había parecido tan crucial -navegar a través del tráfico, cumplir con las expectativas del cliente. Pero ahora, mirando hacia atrás, esas preocupaciones le parecían pequeñas y tontas, casi irrisorias. Deseaba poder volver a la sencillez de aquella época, cuando sus mayores temores eran los atascos y hacer felices a sus clientes, no la imagen confusa que ahora veía en su cámara.
Oliver era un fotógrafo experimentado, un hombre cuyo objetivo lo había captado todo, desde novias ruborizadas hasta puestas de sol en la montaña. Su cámara era como una extensión de sí mismo, capturando la belleza que veía en el mundo. Pero hoy parecía haber captado algo totalmente distinto, algo impactante.