La duda se retorció en su interior como un cuchillo. ¿Qué se le había escapado? El hombre parecía tan seguro, pero todo dentro de Sebastian gritaba que algo no iba bien. La chica existía, la había visto con sus propios ojos, todos los días, durante meses. ¿Dónde estaba ahora?
Sebastian se despertó a la mañana siguiente con un fuego en el pecho, decidido a averiguar qué le había ocurrido a la chica. La insistencia del hombre en que nadie vivía con él no hizo más que reforzar su convicción. Algo iba terriblemente mal y no podía dejarlo pasar.