Por un momento, Sebastian sintió que la tensión aumentaba entre ellos. Quería discutir, exigir respuestas, pero sin una razón o una orden válida, sabía que se estaba extralimitando. De mala gana, dio un paso atrás, sin saber qué creer.
Al volver al coche, los pensamientos de Sebastian se agitaron. Su instinto le gritaba que algo iba mal, pero no había nada que pudiera hacer oficialmente, ni pruebas ni motivos para actuar. Mientras se alejaba, la ventana vacía le perseguía, dejándole preguntas que no podía responder.