Una cajera avergüenza a una veterana por no poder permitirse artículos para el bebé

El aire frío de la mañana penetró en el tejido desgastado cuando salió de casa. El camión estaba en la entrada, silencioso e inmóvil, con el indicador de gasolina peligrosamente cerca de agotarse. No podía permitirse gastar el poco combustible que le quedaba: era un medio de vida para emergencias, no para hacer recados.

Con un suspiro de cansancio, Jacob decidió seguir su camino a pie. La tienda de comestibles no estaba lejos, a menos de un kilómetro y medio, pero la distancia parecía mayor en días como aquel. Sus botas, desgastadas por el uso, golpearon el pavimento con un ruido sordo cuando empezó a caminar.