Una cajera avergüenza a una veterana por no poder permitirse artículos para el bebé

Jacob estaba sentado en el borde del desgastado sofá de su pequeño salón, con las manos entrelazadas y la mirada fija en el suelo. El sol se colaba débilmente a través de las persianas, proyectando rayas de luz sobre la madera desgastada bajo sus botas.

En otra vida, este momento de la mañana podría haber sido tranquilo. Pero para Jacob, sólo servía para recordarle lo pesados que se habían vuelto los días. Frente a él, María acunaba a Leo, su hijo de tres meses, meciéndolo suavemente.