Un veterano visita a diario a una camarera en un pub: su último mensaje la deja llorando

Pero nunca se quejaba; sabía que, a veces, una rutina reconfortante era todo lo que una persona tenía. «Buenas noches», respondió Carla, entregándole el menú que nunca necesitaba. «¿Lo mismo de siempre?» Él asentía. «Lo de siempre»

Mientras le ponía la comida delante, Carla no pudo evitar fijarse en cómo le temblaban ligeramente las manos, un sutil signo de su vejez. Era un pequeño gesto que le decía mucho; a menudo se preguntaba por las historias que se escondían tras su actitud tranquila, la vida que había vivido antes de encontrar consuelo en su taberna.