Un veterano visita a diario a una camarera en un pub: su último mensaje la deja llorando

Aunque nunca podría recuperar esos años perdidos, Carla tomó una decisión: la promesa de llevar su amor siempre consigo. Sabía que ayudando a los demás mantenía vivo su espíritu, aunque el peso de lo que podría haber sido aún perduraba.

Cada vez que entregaba una beca, un calor se extendía por su pecho, una presencia casi tangible. James no se había ido de verdad. Vivía en cada sonrisa, en cada lágrima de alivio, en cada futuro que su sacrificio había salvado.