No podía dejar sin respuesta su último acto de amor. Decidió utilizar el dinero que él le había dejado para crear una beca para jóvenes veteranos, con la esperanza de ayudarles a encontrar su camino de vuelta a la vida civil. Era su forma de honrarle, de mantener la conexión que habían perdido.
Al final, el legado de James no era sólo de silencio y conexiones perdidas, sino de amor, sacrificio y esperanza. Cada solicitud de beca que recibía le recordaba el vínculo que podrían haber tenido, pero también las vidas que podría tocar en su memoria.