Los recuerdos le perseguían como sombras oscuras, susurrándole recuerdos de pérdida y sacrificio. Había perdido amigos en la batalla, jóvenes con sueños como los suyos, y sus rostros se le aparecían a menudo en los momentos de silencio.
La camarera, una joven llamada Carla, levantó la vista cuando él llegó y se quedó mirándolo un instante. Sus ojos se cruzaron, pero ella volvió rápidamente a su trabajo, limpiando la barra y preparando bebidas para los clientes.