Ese comentario la conmovió. «Sí, lo entiendo. A veces parece que todo el mundo se limita a hacer lo mismo. ¿Pero este lugar? Es como su propio mundo» James rió suavemente, y eso le calentó el corazón.
«Un mundo en el que puedes ser quien quieras, aunque sólo sea por unas horas» A medida que hablaban más, Carla se interesaba más por la vida del anciano. Carla empezó a preguntarle por sus días, curiosa por saber qué hacía cuando no estaba en el bar.