La casa del tío Greg era algo más que un conjunto de ladrillos y cemento; era como un álbum de recortes viviente lleno de recuerdos. Cada habitación parecía resonar con los sonidos de las risas, las acaloradas discusiones y las numerosas reuniones familiares que habían tenido lugar allí a lo largo de los años.
Pero a pesar de todos los recuerdos que llenaban la casa, el garaje permanecía apartado, un guardián silencioso con sus secretos bien guardados. Mindy observaba a menudo que su madre miraba con nostalgia el garaje, sus ojos reflejaban una mezcla de añoranza y tristeza.