Sin embargo, la luz permaneció en su mente, negándose a desaparecer. Su brillo palpitante parecía aumentar, casi retándola a mirar de nuevo. Aferró con fuerza el marco de la ventana, reacia a dejar que la inquietud se instalara en su interior.
Con un rápido movimiento de cabeza, apartó ese pensamiento y cerró la ventana con un suave chasquido. El aire frío de la noche se cortó, pero la extraña luz continuó parpadeando fuera, oculta ahora a su vista.