Una misteriosa luz en el cielo conduce a este profesor a un oscuro secreto escondido en el bosque

Theresa tarareaba una alegre melodía mientras colgaba el aviso en el tablón de anuncios, cuando una repentina explosión de gritos atravesó el aire. El corazón le dio un vuelco. Giró hacia la ventana, con las manos temblorosas, mientras corría a ver qué había provocado tanto pánico.

Esperando lo peor -un accidente, una herida-, se sintió aliviada cuando vio a los niños fuera, todos ilesos, pero sus rostros estaban congelados por el asombro, con los ojos fijos en el cielo. Siguió su mirada, sintiendo que el miedo le subía por la espalda y se le cortaba la respiración.

Allí, surcando el cielo, había algo que no debería existir. Su forma antinatural se movía con una gracia hipnótica, casi hipnotizadora en su extrañeza. Cada fibra de su cuerpo le gritaba que apartara la mirada, pero no podía. El pulso de Theresa se aceleró a medida que el peso de lo desconocido la presionaba, atenazando su mente con terror.