Amelia miró el bolso que tenía sobre la mesa. Lo necesitaba, pero ¿cómo podía cogerlo sin levantar sospechas? Se le ocurrieron varios planes de fuga, pero todos le parecían arriesgados. No podía dejarse llevar por el pánico; tenía que actuar como si todo fuera bien.
«Siento haber tardado tanto», dijo Amelia, forzando una risa despreocupada mientras cogía su vaso con los dedos temblorosos. Esperaba que Jonathan no notara la fisura en su compostura. Necesitaba hacer tiempo, ganar tiempo para pensar en su próximo movimiento.