Al sentarse, Amelia sintió como si se moviera en medio de la niebla, con la mente llena de posibilidades y planes. Tenía que mantener la calma para no delatar sus sospechas. «¿Va todo bien?», preguntó con voz ligera, esperando que sonara normal a pesar de los frenéticos latidos de su corazón.
Jonathan asintió con la cabeza, sin perder la sonrisa. «Oh, sólo un asunto de trabajo», dijo desdeñosamente, agitando una mano como si quisiera apartar la conversación. «Nada importante» Pero Amelia notó la tensión en su mandíbula, la ligera contracción de sus dedos al dejar el teléfono.