Una mujer en una cita de Tinder se da cuenta demasiado tarde de que él no es quien dice ser

En el silencio del baño, Amelia susurró para sí: «Son sólo nervios. Es simpático, quizá un poco intenso, pero eso no es un delito» Se echó agua en la cara, con la esperanza de despejarse. Pero la sensación persistía y su reflejo parecía cuestionar sus palabras tranquilizadoras.

Amelia respiró hondo varias veces, tratando de alejar el malestar. El comportamiento de Jonathan, aunque extraño, no había traspasado ningún límite importante. Se recordó a sí misma que no todo era perfecto en una primera cita; la gente tenía defectos y no quería sacar conclusiones precipitadas basándose en sus propias ansiedades.