Amelia se alegró de que la cita fuera bien y su nerviosismo inicial empezó a desaparecer. En un intento de calmar sus nervios, había engullido sus bebidas demasiado rápido, sintiendo cómo el calor se extendía por ella a medida que se relajaba en la velada.
Sin embargo, a medida que avanzaba la velada, empezaron a aparecer sutiles grietas en la perfecta fachada de Jonathan. La primera se produjo cuando el camarero se acercó a tomarles nota. Jonathan mantuvo su sonrisa afable, pero su tono se tornó cortante e impaciente.