Emily nunca se arrepintió de sus actos. Ver a su madre hacerse más fuerte y recuperar la felicidad lo valía todo. La caída de Mark no fue sólo justicia, fue liberación. Por primera vez en muchos años, Linda se había librado de los hombres engañosos y Emily estaba decidida a ayudarla a construir una vida llena de amor propio y fortaleza.
En las mañanas tranquilas, mientras tomaban café juntas en su nueva y apacible casa, Emily vio que los ojos de su madre volvían a brillar. Sabía que aún les quedaba mucho camino por recorrer, pero estaban avanzando, más fuertes y más sabias que antes. Y ésa era una victoria que lo valía todo.