Con las imágenes y los vídeos de su cena a la luz de las velas y de su cita en el hotel, Emily y Stephanie tenían todo lo que necesitaban. Sentadas en el taxi, Emily sintió una oleada de determinación. La pila de pruebas estaba completa y había llegado el momento de atacar.
Las excusas de Mark para llegar tarde a casa se habían convertido en una rutina. A menudo alegaba que estaba trabajando sin descanso en su nuevo curso para clientes «recién divorciados y viudos». Para Emily, era el colmo de la hipocresía. ¿Cómo podía un hombre que engañaba a su madre aconsejar a alguien sobre el amor y la confianza?