Una chica pilla a su padrastro con su amante en un café. En lugar de decírselo a mamá, ella hace algo mucho peor

A medida que pasaban los días, Mark se volvía cada vez más descuidado. Su meticulosidad habitual dio paso al desorden. Los papeles se esparcían por la encimera de la cocina, su bolso de oficina se quedaba sin cerrar y su portátil estaba abierto en la mesa del comedor, a menudo olvidado mientras consultaba ansiosamente su teléfono. La paranoia le corroía por dentro.

El teléfono era lo único que guardaba con ferocidad. Emily sabía por qué: contenía los secretos que él estaba tan desesperado por proteger. Se dio cuenta de cómo lo agarraba con fuerza, llevándoselo incluso al baño. Se estaba desmoronando y Emily saboreaba cada momento de su malestar.