Emily salió de la cafetería en silencio, con el corazón latiéndole con fuerza al pasar junto a Mark y la mujer. No quería arriesgarse a que la vieran, así que mantuvo la cabeza baja y el paso firme. Fuera, el aire fresco le golpeó la cara, pero no sirvió de mucho para calmar la tormenta que se desencadenaba en su mente.
Cuando llegó a casa, la saludó el aroma de la comida de su madre. Linda se afanaba en la cocina, tarareando una melodía, y su actitud alegre contrastaba con la ira latente de Emily. Emily se sentó a cenar y se obligó a actuar con normalidad mientras su madre hablaba de los planes para las vacaciones familiares.