Un hombre encuentra una «serpiente» en su retrete – Cuando el experto la ve, susurra: «Eso no es una serpiente…»

Como profesor de inglés jubilado del instituto local, lo más extraño con lo que había tenido que lidiar eran las desconcertantes interpretaciones que sus alumnos tenían de la literatura clásica. John era un hombre con los pies en la tierra, que prefería la paz y la previsibilidad de su rutina. Encontraba su paz en la elocuente danza de las palabras a través de las páginas de obras literarias atemporales, o en la relajante compañía de la vibrante comunidad aviar de Maplewood. Pero esto, fuera lo que fuera «esto», no era pacífico ni predecible. Era… algo más.

Esa mañana, John Baxtern se despertó temprano con el dulce coro de los pájaros cantores. Era un hombre sencillo aficionado a la observación de aves, una afición que le ofrecía consuelo en sus años dorados. Pero aquella mañana, un martes cualquiera, no sería como las demás.