A medida que el día avanzaba y se convertía en una tensa tarde, la magnitud de la situación empezó a calar hondo. John se vio empujado de su cómoda existencia a un enigma cargado de adrenalina. Mientras esperaba a que llegara el funcionario del gobierno, se maravilló de cómo había cambiado la perspectiva de su vida. Allí estaba, en medio de un misterio que parecía sacado de una de esas novelas de suspense que había leído tantas veces. Los latidos de su corazón retumbaban en sus oídos, un recordatorio de la realidad llena de suspense de la que ahora formaba parte.
De repente, un fuerte golpe en la puerta principal rompió su hilo de pensamiento. Cuando Sam se levantó para contestar, John sintió una punzada de aprensión. Miró por la ventana y vio un sedán negro parado frente a su casa. Quienquiera que estuviera detrás de esa puerta lo sumergiría aún más en este misterio no solicitado, alejándolo aún más de su tranquila existencia. Sin embargo, se encontró de pie, listo para enfrentarse a lo que viniera a continuación.