Un hombre encuentra una «serpiente» en su retrete – Cuando el experto la ve, susurra: «Eso no es una serpiente…»

Pensó en la extraña entidad metálica de su cuarto de baño, origen de todo el caos, y se estremeció. Una sensación de expectación flotaba en el aire, como la que precede a una tormenta. John podía sentir las corrientes subterráneas del miedo y la incertidumbre entretejiéndose en su propio ser, haciendo que su corazón latiera con fuerza contra sus costillas. Era un hombre de lo predecible, lo conocido, lo familiar. Este encuentro con lo extraordinario era inquietante, pero al mismo tiempo le despertaba una sensación de aventura que no había sentido en mucho tiempo.

Mirándose las manos, las mismas manos que habían sostenido con delicadeza ejemplares de Shakespeare, Dickens y Austen, que habían señalado petirrojos y gorriones a jóvenes estudiantes, John sintió una extraña y nueva energía. Era una mezcla de miedo, inquietud y… ¿emoción? Respiró hondo, sintiendo la adrenalina correr por sus venas. Siempre había sido el más constante, el más predecible. Pero hoy, su existencia tranquila y mesurada se había visto envuelta en un torbellino de misterio e intriga. Sintió que crecía en su interior una extraña sensación de determinación. Al fin y al cabo, él era la figura central de esta inesperada historia.