Cuando Sam se acercó a la parada, vio que el autobús estaba parado en la acera. El familiar vehículo amarillo expulsaba gruesas columnas de gases de escape, lo cual no era inusual, pero hoy había un olor diferente en el aire.
Al principio era tenue, pero a medida que se acercaba, se hacía más pronunciado: un olor acre y penetrante que le crispó la nariz. Cuando el autobús se alejó de la acera, la inquietud de Sam aumentó.