En la mesa contigua a la de Brianna, otra familia disfrutaba de su almuerzo. Una mujer bien vestida estaba sentada con sus dos hijos, con los platos llenos de comida. Los niños reían y charlaban animadamente, comentando lo delicioso que estaba todo. Su alegría era palpable y contrastaba dolorosamente con el rincón tranquilo de Brianna.
La mirada de Adrian se desvió hacia la mesa, sus ojos llenos de anhelo. Brianna se fijó en cómo miraba a los otros niños devorar su comida, con una expresión mezcla de envidia y tristeza. Se le oprimió el pecho. Quiso apartar la mirada, pero la visión de su anhelo acabó con su determinación.