No solía recibir llamadas últimamente, sobre todo de números desconocidos, y eso la inquietaba un poco. Pero algo la obligó a contestar. «¿Hola?», contestó suavemente, con una voz cálida y sin forzar.
«Buenas noches, señora. Soy el agente Daniels, de la policía local», dijo una voz profesional y autoritaria. A Marie le dio un vuelco el corazón. «Me temo que tengo noticias desafortunadas. Su nieto, Danny, ha sido detenido»