una anciana de 87 años perdió los ahorros de toda su vida a manos de un estafador, pero no lo dejó escapar.

Ella le devolvió la mirada, con una sonrisa llena de orgullo. «Sabes, Danny -dijo dándole una palmadita en la mano-, quizá no podamos detener a todos los malos, pero hemos hecho algo bueno. Y eso es suficiente» Se sentaron en un cómodo silencio, sintiendo que el peso de su viaje se disipaba.

Habían tomado una historia de pérdida y la habían transformado en una de coraje y unidad, un legado que ambos llevarían con orgullo, sabiendo que habían marcado una diferencia para sí mismos y para tantos otros.