Cuanto más profundizaban en la información, más espeluznante resultaba: se trataba de una operación a gran escala que se cebaba en los ancianos, se centraba en sus miedos y se aprovechaba de su confianza. Danny sintió una oleada de culpabilidad al pensar en su abuela y darse cuenta de lo despiadada que era esa gente.
Mientras Alex rebuscaba en la información, se topó con un tesoro de datos incriminatorios: registros de llamadas realizadas para hacerse pasar por agentes de policía, órdenes de detención falsificadas e incluso grabaciones de voz utilizadas para imitar las voces de familiares.