Se giró ligeramente, haciendo un rápido gesto con la cabeza a Danny, y en cuestión de segundos consiguió conectarse a la red, abriendo una puerta trasera que les permitiría acceder de forma remota. Pero sabían que disponían de poco tiempo; un movimiento en falso, y los estafadores podrían darse cuenta.
Fingiendo que ajustaba su portapapeles, Danny echó un vistazo a la sala, observando el cuidadoso montaje: un grupo de ordenadores, pilas de teléfonos y notas garabateadas a toda prisa esparcidas por una gran mesa. Había intensidad en la actividad, una constante sensación de urgencia.