Marie y Danny leyeron cada mensaje con una rabia compartida y latente. Muchas de las víctimas habían sido manipuladas de formas que apuntaban a sus vulnerabilidades específicas. Algunos estafadores se habían hecho pasar por nietos desesperados o parientes lejanos que necesitaban ayuda urgente.
Otros se hacían pasar por agentes de policía o del gobierno, y solicitaban información bancaria bajo el pretexto de una emergencia. Los estafadores sabían cómo tergiversar sus palabras, jugando con la amabilidad y la confianza de las víctimas, explotando su disposición a ayudar sin pensárselo dos veces.