«Estoy en ello. Envíame todo lo que tengas», contestó Alex sin perder el ritmo. Danny colgó y volvió a mirar a Marie, que seguía sentada en el sofá, con la cara pálida y los ojos enrojecidos de tanto llorar. «Abuela, vamos a arreglar esto», prometió Danny, su voz más suave ahora. Se acercó a ella y le puso una mano tranquilizadora en el hombro.
«Voy a encontrar a esa gente y van a pagar por lo que te hicieron» Marie asintió, aunque seguía sintiendo el corazón oprimido. Confiaba en Danny, pero la sensación de violación, la pérdida de sus ahorros y el miedo que se había apoderado de ella antes la agobiaban.