Una taxista embarazada ayuda a un indigente a ir al hospital y a la mañana siguiente lo ve en las noticias

Mientras conducían, Leah se mantuvo en guardia, mirando de vez en cuando por el retrovisor. El hombre estaba sentado en silencio, sujetándose la cabeza y mirando por la ventanilla. Leah sintió una mezcla de tensión y empatía. Sabía que corría un riesgo, pero algo la impulsaba a seguir adelante.

Al llegar al hospital, Leah vio cómo el hombre, que ahora parecía más débil, se esforzaba por recobrar la compostura. Sacó un puñado de monedas de diez dólares e intentó dárselas. Leah negó con la cabeza. No podía aceptarlo, no le parecía bien.