Una taxista embarazada ayuda a un indigente a ir al hospital y a la mañana siguiente lo ve en las noticias

Sus instintos protectores habían aumentado a medida que se acercaba la fecha del parto, lo que la hacía aún más precavida. Una tarde, durante su turno habitual, Leah se fijó en un vagabundo que intentaba parar un taxi. Tenía un corte visible en la frente y parecía muy angustiado.

Leah aminoró la marcha y se quedó mirando al hombre, sopesando sus opciones. Era pleno día y el sol aún estaba alto. Normalmente, Leah habría pasado de largo, descartándolo como otro riesgo que no podía permitirse correr.