Ashley tiró de su madre, abrazándola mientras sollozaba. «No estás sola, mamá. Nos enfrentaremos a esto juntas», dijo, apartando el pelo de Tula. «Primero esperemos los resultados. Un paso cada vez. Por favor. No me abandones todavía» Sus palabras suavizaron el pánico en los ojos de Tula.
Tula exhaló lentamente, aún aferrada a la mano de Ashley. La voz firme de su hija había atravesado el miedo, anclándola. Por primera vez desde que empezó el dolor, sintió algo parecido al alivio. Quizá no era cáncer. Tal vez fuera algo pequeño, una úlcera o una gastroenteritis. Nada mortal. Nada definitivo.