Abuela (72) da a luz. El médico le dice: «Se lo advertí», cuando vuelve con los resultados de las pruebas

El grito de Ashley atravesó la quietud mientras corría al lado de su madre con el corazón retumbándole en el pecho. «¡Mamá! ¿Qué ha pasado?», gritó, agachándose a su lado. Pero Tula no respondió. Tenía la cabeza inclinada hacia un lado y los ojos cerrados. El dolor por fin la había silenciado. Y entonces, desapareció.

Cuando Tula despertó, todo estaba blanco. El penetrante olor a antiséptico le picaba en la nariz y el pitido constante de un monitor resonaba en el aire estéril. Abrió los ojos y encontró a Ashley a su lado, pálida e insomne, agarrada al borde de la silla como si la anclara a la esperanza.