Pensaba que estaba solo en el hielo hasta que apareció un oso polar gigante

Vislumbró las siluetas de unos hombres encorvados sobre una mesa improvisada, con los rifles al alcance de la mano. Cerca, una pila entera de pieles ilegales era testigo mudo de matanzas pasadas. El pulso de Nolan latía con fuerza, imaginando el destino que podría aguardar a la madre oso polar si fracasaba esta noche.

Entre las cajas y el borde de una tienda, vio al osezno enjaulado. Su corazón se encogió al ver su diminuta figura, temblando contra los barrotes de hierro. Se dijo a sí mismo que debía mantener la concentración, ignorar el miedo adormecedor y confiar en sus instintos para pasar desapercibido.